sábado, 27 de noviembre de 2010

Qué puto asco.

Odio muchas cosas de mi misma, pero odio por encima de todo los momentos en los que me odio. Y este es uno de ellos.
No es tan simple como odio, lo llamaría más bien darme cabezazos contra la pared por haberme equivocado en tantos caminos. Reviso mis pasos, una y otra vez en mi mente y me paro a pensar en las cosas que hice mal. Duele cuando te lo dice alguien, pero duele aún más te dices a ti mismo que has perdido grandes oportunidades y desaprovechado todas las que has tenido delante. Sí, está bien, lo tengo TODO. Tengo una pequeña pero cálida familia, tengo grandes amigos mágicos y eternos, tengo caprichos, vicios y perversiones, tengo todo lo que pueda llegar a necesitar realmente. Pero no soy nada. No me merezco nada sólo por, cómo dicen, “ser buena persona”. No he hecho nada con mi vida, sin forma ni color.
He jugado con la confianza de las personas que más me querían, que me lo dieron todo y me soportaron todo. Me he reído de ellos, les he mentido y traicionado millones de veces y aún así ¿me atrevo a juzgarles? ¿me extraño de que no me perdonen? Tras de ellos se esconden errores irremediables que ya quedaron atrás, errores que marcaron demasiado. ¿No deberían perdonarme ellos primero para poder perdonarles yo? ¿Por qué cuando ya olvidé sus derrumbes no dejan de recordarme mis caídas? ¿Es que nadie me entiende? ¿Soy tan egoísta que veo más grandes sus errores cuando no es así?
Ya está, me tiemblan las extremidades y no puedo respirar. Me ahogo y me siguen escalofríos.
No se me ocurre otra manera de terminar esta carta de desahogo pesimista que con un sucio y vulgar “qué puto asco.”

martes, 23 de noviembre de 2010

Un buen martes.

Todo el día tirada en el sofá, bebiendo Sprite, escuchando la banda sonora de 500 days of summer una y otra vez sin parar (intercalando Ferreiro y otras voces mimosas), fumando, jugando al poker, durmiendo, recapacitando y quizá creciendo un poquito más por dentro, por qué no.

Me he divertido mucho esta mañana cuando hemos ido a jugar con el sol y su luz, viendo realidades a través de objetivos de cincuenta milímetros. Realmente eres buena compañera, como tú misma reconoces. Te mereces un trono, un reino sólo para ti, el tiempo pondrá las cosas en su lugar. Mientras tanto, no pierdas esa sonrisa que me ayuda mañana a mañana.