domingo, 27 de junio de 2010

Nací para ser tu pequeña Rock & Roll y comerte a besos

Bien es cierto que de sueños y esperanzas tracé un camino con mis propios baches, y pocas veces se abrieron puertas al cerrarse otras. Ahora puedo ver el ayer en fotogramas y palpar mi recompensa de tormentos no merecidos y compañías de mentes insanas.
Repaso mes a mes mi existencia, cada error, cada oportunidad (algunas bien aprovechadas y otras no tanto) cada caída y su correspondiente subida. Se encienden mis sentidos, noto mi piel erizarse y mis pulmones llenarse de oxígeno. ¿El olor del pasado? Sin duda sería el olor a disolvente, penetrante y agobiante, dulce a su manera... y el olor del futuro se me antoja a sal, a noches de luna llena con arena y mar. Sigamos con el oído, supondría que mi más querido sentido, y en el pasado suena mi raída guitarra y aquella canción que compuse a aquellos héroes, y en el futuro oigo amplificadores a punto de reventar, la vibración en los vasos de cristal al tocar esa quinta... para mi gusto el pasado fue de nata (con algunos empachos) pero con momentos amargos, mientras que el mañana se presenta de canela y limón. El tacto de unas cuerdas o quizá el delicado roce de un cigarrillo en los dedos definan todo lo anterior, espero que la textura de lo venidero sea tan aterciopelada como en mis sueños. Y no podría aunque quisiese deshacerme de esas fotografías en mi mente en las que están escritos todos los recuerdos, y me muero de ganas de ver cuales serán las que inunden mi vista en estos años.

sábado, 12 de junio de 2010

De sueños y esperanzas...

Ella descansaba profundamente en su cama cuando le despertó aquella voz acaramelada de niña que le hablaba otras veces desde su ventana. No tardó en reconocerla y abrió sus ojos para introducirse en una espesa oscuridad, a excepción de un par de velas en un escritorio. Lo sintió por un momento y le pareció un sueño, asi que cerró los ojos de nuevo y aspiró fuertemente para notar ese cálido aroma a sal. Palpó sus alrededores y encendió una lámpara. No había nadie en la habitación, se asomó tropezando a la ventana y vio un tranquilo mar a varios pisos de altura. Había vuelto a soñar con su voz, menuda novedad... pero eso no hacía que se hundiese ni se lamentase de lo mucho que la echaba de menos, ahora sonreía frente la salada brisa que agitaba sus rizos apoyada en el balcón pensando en ella. No se molestó en ponerse pantalones y a saltos salió hacia la cocina para prepararse un café. Encontró una nota y reconoció la caligrafía de las buenas noticias escritas en ella. Se relamió los labios y bebió un trago largo de café con leche. Cogió la falda que descansaba en la silla desde la noche anterior, se la colocó puerilmente y se fue a la estación con sus esperanzas en una cajita para que nadie más se las secuestre nunca, nunca.

martes, 1 de junio de 2010

Respuesta redactada sin con pasión.

Me dispongo a coser madrugadas de nuevo, últimamente parece ser lo único que hacemos. Esta vez me taladra la cabeza la idea de cómo podría yo decirte lo que pienso al verte.
Se que sabes cuanto te quiero, se que sabes cuanto te necesito. En la lista de tus infinitas virtudes cabe destacar esta, que lo sabes todo, sabes cómo me siento simplemente cuando te saludo por teléfono, supiste siempre cuando era el momento y cuando no.
No me hagas mucho caso, pero por ahí corre el rumor de que nunca te equivocas en nada. Dime, ¿tú piensas que llevan razón? ¿Piensas que no nos equivocamos apostando por el mañana a todo o nada? Hubiese sido difícil responder sola a esta pregunta, la verdad, pero contigo a mi lado ya pueden venir nubarrones grises, truenos, frío y lluvia helada, que con nuestro singular caparazón disfrazado de sonrisas podemos superar eso y más.
Descansaremos los párpados y destensaremos los músculos en el esperado momento de ser felices pero yo me pregunto ¿no somos nosotras las únicas que retrasamos ese momento? hagamoslo cada día, a cada momento, aquí, ahora. El único error es pensar que la felicidad se alcanza en un momento, que llega un momento en el que antes no lo eras y después de ese toque mágico ya lo serás para siempre. Creeme, yo ya puedo definir ese sentimiento, es cada vez que recuerdo que estás ahí conmigo, a cien o tres mil kilómetros de distancia, o a diez centímetros.
Sí, había pensado escribir mil parrafadas con, quizá, palabras de más, pero esque ya lo sabes todo...
Gracias, gracias mil veces y todos los días, que ganas tengo de empezar a ser feliz contigo todos los días.