miércoles, 30 de diciembre de 2009

Elena quiere a Elisa.

Y no hay nada más que añadir.

martes, 29 de diciembre de 2009

Me han secuestrado la esperanza.


Me he levantado 5 horas más tarde de lo previsto. He salido de la cama encogida y arrastrando mis descalzos pies he llegado hasta la cocina y no he sabido por qué he ido alli. Las lágrimas se han deslizado por mis mejillas y me he tapado la cara con mis rizos. Esas palabras resonaban en mi cabeza... "¿Tú tienes sueños?"
Los peores errores se cometen cuando sabes que la estas cagando... y aún no sabes por qué.

domingo, 27 de diciembre de 2009

A Elena le hace reir...


A Elena le hacen reir las cosas más pequeñas, como el olor a cesped mojado, romper papeles en trozos diminutos, y las comparaciones absurdas con más sentido del que la gente se imagina.
Sí, las comparaciones. Como tú, que eres una canción... una canción de esas con una bateria que hace que te lata el corazón rápido y se te muevan los pies solos, eres una canción con un piano agudo y dulce, eres una canción con un bajo que se niega siempre a seguir el ritmo marcado por la guitarra... oh! la guitarra... tú eres una canción con esos solos de guitarra tan inexplicables, con tanto feeling y tan intensos, ¡de los que a mi me gustan, vaya!
Y yo... soy un gato callejero.
Un felino que oye esa canción y le hace ronronear y mover la cola como si tuviese vida propia.
A Elena le hacen reir las situaciones incomodas, las llamadas que se hacen sólo para decir "te quiero", perder cosas y encontrarlas en el bolsillo de la chaqueta, los chistes sin sentido y la curva de tu cadera.

Y... ¡Zas!

Saliste enfadada de la habitación, pero cerrando la puerta con normalidad.
Entraste de nuevo hecha una furia, y para que callases te mordí los labios, tiernamente, tu labio más gordito. Me miraste, me sonreíste, y recordaste que hace unos segundos estuviste a punto de irte para no volver, así que diste un sonoro portazo al salir esta vez de mi cuarto.
Mis oscuros e hinchados ojitos brillaban con las lágrimas que se me resbalaban a toda velocidad por mis rosadas mejillas, como un niño con botas de agua salta en un charco... porque puede.
Fui a la cocina pasados los diez minutos necesarios para calmarme y te busqué pero solamente encontré una nota con varios tachones en la cocina, una tableta de chocolate casi acabada y un post-it con una cara sonriente pegado en una taza con café que me habías preparado hace unas horas para que pudiese trabajar toda la noche.
Instintivamente abrí la puerta de casa y salí a buscarte.
Qué niña más tonta soy, siempre me dejo el abrigo en casa, y nunca me importa.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Vamos, mi amor, bailemos un twist.


Se abrió la puerta tan lentamente que noté como mis piernas temblaban debajo de mis anchos pantalones. Me miraste y con una media sonrisa me pusiste los pelos de la nuca de punta, como cuando me tocaste las manos sin querer o como cuando te miré y me estabas mirando... te estabas mordiendo el labio inferior con tanta ternura.
He asumido ya lo peligrosa que es la situación, y esque estoy jugando con fuego y me estoy metiendo directamente a la boca del más feroz lobo. No existe la gravedad cuando me miras, y floto y bailo en el aire de cualquier habitación que se haya llenado de humo inesperadamente. Subo, bajo y bailo, y no hay más compañia que mi alma de luces de mil colores. Me arde la espalda con un inesperado abrazo o una muestra de tu rareza que tan loca me vuelve. No se decepciona el que no se ilusiona, o eso dicen por ahí.
Pero jugar con fuego nunca fue tan agradable, ya que tu fuego me deja quemaduras que me arrancan mil sonrisas, hacen que mi alma baile, mis manos bailen twists nerviosas y mis labios sufran de ser tan mordidos.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Hoy me da igual que me veas despeinada.


-Ha sido tu culpa - le soltó refunfuñando.
-¿Mi culpa? ¿De qué?
-Por ser así, como eres.
-¿Y qué pasa? - dijo contenta.
-Que cuando hablo contigo no puedo evitar tocarme los pendientes, y me da por tocarme ese arito tan mono que tiene una luna sonriendo mucho. Y de tanto tocarmelo, se me ha perdido, de lo nerviosa que me pones.
-¿Nervios buenos?
-Eso siempre.

La pieza que no encaja en el puzzle.


Al salir del coche ella se sentía indefensa, como a un gatito al que han abandonado al lado de un raído contenedor en pleno Enero. Sólo podia pensar en sus abrazos, esos momentos en los que, por pequeños que fuesen, podía cerrar los ojos y por un instante dejaba de pensar, de respirar y de sentir otra cosa ajena a ese estado.

Cuando le abrazaba de madrugada sólo pensaba en lo fuerte que me sentía en ese momento, solo respiraba ese olor dulce que tanto me recordaba a una tienda de golosinas y sentia, por unos momentos fugaces, que estaba tocando el mismisimo cielo con la yema de mis finos dedos.

-No puedo mirarte a los ojos - susurró con miedo.
-¿Por qué no puedes? ¡Hazlo! - contesté nerviosa y casi sin pensarlo.
-Son unos ojos en los que te pierdes facilmente, como un oceano con nada de calma en el que se pueden ver todos tus sentimientos, y eso me da miedo
-¿Miedo? Tu no deberias tener miedo de nada. Además, no comprendo tu miedo al mirarme a los ojos.
-Te han hecho tanto daño...