miércoles, 23 de diciembre de 2009

La pieza que no encaja en el puzzle.


Al salir del coche ella se sentía indefensa, como a un gatito al que han abandonado al lado de un raído contenedor en pleno Enero. Sólo podia pensar en sus abrazos, esos momentos en los que, por pequeños que fuesen, podía cerrar los ojos y por un instante dejaba de pensar, de respirar y de sentir otra cosa ajena a ese estado.

Cuando le abrazaba de madrugada sólo pensaba en lo fuerte que me sentía en ese momento, solo respiraba ese olor dulce que tanto me recordaba a una tienda de golosinas y sentia, por unos momentos fugaces, que estaba tocando el mismisimo cielo con la yema de mis finos dedos.

-No puedo mirarte a los ojos - susurró con miedo.
-¿Por qué no puedes? ¡Hazlo! - contesté nerviosa y casi sin pensarlo.
-Son unos ojos en los que te pierdes facilmente, como un oceano con nada de calma en el que se pueden ver todos tus sentimientos, y eso me da miedo
-¿Miedo? Tu no deberias tener miedo de nada. Además, no comprendo tu miedo al mirarme a los ojos.
-Te han hecho tanto daño...

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