miércoles, 23 de diciembre de 2009

Hoy me da igual que me veas despeinada.


-Ha sido tu culpa - le soltó refunfuñando.
-¿Mi culpa? ¿De qué?
-Por ser así, como eres.
-¿Y qué pasa? - dijo contenta.
-Que cuando hablo contigo no puedo evitar tocarme los pendientes, y me da por tocarme ese arito tan mono que tiene una luna sonriendo mucho. Y de tanto tocarmelo, se me ha perdido, de lo nerviosa que me pones.
-¿Nervios buenos?
-Eso siempre.

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