domingo, 27 de diciembre de 2009

Y... ¡Zas!

Saliste enfadada de la habitación, pero cerrando la puerta con normalidad.
Entraste de nuevo hecha una furia, y para que callases te mordí los labios, tiernamente, tu labio más gordito. Me miraste, me sonreíste, y recordaste que hace unos segundos estuviste a punto de irte para no volver, así que diste un sonoro portazo al salir esta vez de mi cuarto.
Mis oscuros e hinchados ojitos brillaban con las lágrimas que se me resbalaban a toda velocidad por mis rosadas mejillas, como un niño con botas de agua salta en un charco... porque puede.
Fui a la cocina pasados los diez minutos necesarios para calmarme y te busqué pero solamente encontré una nota con varios tachones en la cocina, una tableta de chocolate casi acabada y un post-it con una cara sonriente pegado en una taza con café que me habías preparado hace unas horas para que pudiese trabajar toda la noche.
Instintivamente abrí la puerta de casa y salí a buscarte.
Qué niña más tonta soy, siempre me dejo el abrigo en casa, y nunca me importa.

1 comentario:

  1. Y es que cuando vas corriendo tras tu estrella da igual si vas desnuda o vestida, porque al final, si la encuentras ella te guiará en una cálida estela...
    ^^
    Un beso, chicahierro =)

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