viernes, 23 de octubre de 2009

Corazón de Madera


Sin sentir calor, agrietandose tras las tormentas, astillandose y cayendose a pedacitos ¿Podrá recogerlos todos?

Ella estaba muy ilusionada con poder volver a abrazarle aunque solo fuese por una vez, se iban a ver y estaba muy nerviosa.
Ya casi era la hora y él no aparecía, y se puso a retorcer su muñeca como si quisiese encontrar algo debajo de su sudorosa piel.
Una figura borrosa pero bastante conocida se acercaba a ella y no podía parar de sonreir.
Estaban lo suficientemente cerca para poder abrazarse, besarse o darse un cordial saludo con los típicos dos besitos en las mejillas.
Ninguno de los dos sabían como reaccionar, ni que decir, así que él se limitó a decir “Te he echado de menos, no veia el momento para volver a hacer esto”
Le puso la mano en la cara, ella cerraba dulcemente los ojos.
Él empezó a jugar con su pelo, enrredandolo entre sus dedos, como hizo la última vez.
Le miro, y eso fue suficiente para decirlo todo, ella mientras tanto jugaba con su cintura.
A ella le temblaban las piernas, pero las mezclo con las de él para camuflarlo.
Él se acercó, tan lentamente que daría tiempo a que una estrella cayera del cielo en ese instante.
Rozó suavemente sus labios, sin quitar la mano de su pelo, y con un leve mordisquito en el labio inferior le abrazó.
Ninguno de los dos se querían que ese momento se acabara…
¿Acaso todo aquello era simplemente un sueño?
¿Un pedacito de su deseo expresado en forma de caricias por encima de su cuello?

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