lunes, 6 de diciembre de 2010

Mordisquitos.

Miénteme y dime que no te lo estabas buscando. Dime la verdad, que me mirabas con esos ojitos por que buscabas algo más que refinada educación. Lo siento, no puedo aguantarme más, noto como haces bombear mi sangre y se me va de las manos. No es que quisiese dejar de escuchar tu voz, pero me pareció oportuno hacerte callar con un beso. Agarré suavemente tu nuca, se tensaron nuestros músculos y en ese mismo instante quedé atrapada en el sabor de tu piel. Sabes que me encanta cuando me sonríes como una niña, a veces serías capaz de matarme con tu ternura. Quizá todo esto sea precipitado, o quizá hayamos esperado demasiado hasta llegar a este punto. Que esa es otra, llegado este punto ¿qué? no debo tener miedo de lo que quieras después pero... lo tengo. Lo reconozco, te has hecho un hueco considerable en mi mente, constantemente. Y sí, me siento estúpida por recordarte de esta manera cuando tú, seguramente, ni pienses en mi. Sólo te quiero pedir una cosa, no secuestres mi esperanza, no tú, espero que seas diferente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario