jueves, 10 de marzo de 2011

Febrerito loco.

Siempre odié febrero. Cuando era pequeña, renegaba de tener que estar soportando el frío y la lluvia, intercalados con días de exagerado sol y mi madre me cantaba algo así como "febrerito loco, febrerito loco" y luego, cómo siempre que me quejaba de algo, me hacía pedorretas en la barriguita y me decía que la vida, simplemente, era así de difícil. Yo no entendía por qué habían hecho el mundo con tantas imperfecciones. Y febrero, sin dudarlo, siempre ha sido una de las mayores.
No es que no haya tenido días buenos en febrero, por supuesto que sí, pero siempre tenía un nubarrón gris en la cabeza y por unas poquitas cosas buenas, sucedían miles de desgracias. Siempre, todos los febreros. O esa es la sensación que me deja este amargo mes.
Marzo, en cambio, siempre es el principio de. De lo que sea, pero en marzo se inician grandes acontecimientos.
Y como una niña de cinco años la noche de reyes, tengo el corazón acelerado, las pupilas dilatadas e imagino sin parar los regalos que, cuando esta larga noche acabe, tendré dispuestos para mi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario