miércoles, 10 de febrero de 2010

Cebras púrpura a donde quiera que vas.

Cómo cada noche se había dormido, rendida, en el sofá descolorido de su salón. Faltaban escasas horas para el que ese amanecer de domingo se dejase notar por las ventanas abiertas de par en par. Despertó sobresaltada con el corazón acelerado por el sonido ensordecedor de su timbre.

-¿Quién es? ¡Son las tantas de la madrugada! - soltó con un agudo chillido tan borde como de costumbre. (Un consejo, nunca le despiertes si no es suavemente)
-¡Baja ahora mismo, por favor!
-¿Qué coño dic...? ¿Elm, eres tú?
-Sí, oye...
-¿Qué quieres? Es muy temprano, joder...
-Vamonos o no llegaremos a tiempo.
-¡Si no habiamos quedado!
-Lo sé, pero se nos hace tarde.
-¿Para llegar dónde?
-Donde sea, lejos, muy muy lejos, las dos solas y no volvamos nunca ¡nunca más!
-¿Has bebido, verdad?
-¡No! Escucha, te hablo en serio, he cogido el coche de mi padre y dinero suficiente para gasolina y comida para un mes o más.
-¿Te has vuelto loca? ¿Y las clases? ¿Y mis padres? Ademas, ¿Cómo coño vas a conducir un coche?
-No hay nadie por la carretera, aprenderé pronto, he venido hasta aquí, no me dejes así. Vamonos, estoy harta de... de esto.
-¿Harta de qué?
-¡De todo! Necesito ver cosas nuevas, lugares nuevos, olores nuevos, sabores nuevos, colores diferentes, sensaciones nuevas... quiero vivir un poco, un poquito al menos. Y no puedo si no es contigo ¡Se me va a morir el alma si permanezco en esta carcel un día más!
-Ey pequeña... no.. no llores ¿vale? Sube, qué te preparo café con tostadas y nos fumamos un piti tranquilas.
-No puedo más... - dijo derrumbandose y echandose a llorar.

Bajó a por ella a su portal y la subió casi en hombros. 45 minutos despues estaban ya lejos, sin soltarse de la mano, la música demasiado alta en el coche, cuando empezó a amanecer dentro de ellas mismas... aunque aún estaba de noche.




-

No hay comentarios:

Publicar un comentario