domingo, 21 de febrero de 2010

De carne, hueso y alma.

Si tus ojos no cambiaran todas las mañanas sería tu dueño, te trataría como lo haría la noche con los sueños.
Desayunariamos sonrisas y destellos de colores en el techo. Cuerpos templados y manos traviesas, frases sin terminar, sin punto final jamás.
Te pediría una respuesta porque ya es hora de darla, pero me olvido de que jamás te pregunté nada por miedo a perder.

No hay comentarios:

Publicar un comentario